4 de septiembre de 2011

Ella y Yo

Tenemos un pacto ella y yo
uno de esos que condenan
uno difícil y extremo
de esos que tienen cadenas

Yo laboro ella descansa
Ella labora y yo sueño
y en momentos nos miramos
sabemos tenemos dueño

Esperando está en mi puerta
cual amante en sintonía extensa
infla su vientre lo sienta
mientras la observo siniestra

Ella tiene la mirada
de una noche de bohemia
y su encanto lo desata
cuando su lengua suelta

Ágil es no cabe duda
me transtornan sus maneras
ella y yo tenemos un pacto
me cuida y me contenta







Solidarios

Ya estando acá en el medio de la selva la vida fluye de otra forma, el estrés sale en venas hacia el denso mar de árboles y se diluye, los espacios que formaron alguna vez parte de otro lugar ahora se asemejan un poco más a la verdadera esencia de lo natural.

De mi habitáculo no hay mucho que decir, es simple, práctico pero cómodo.  No hay necesidad de hacerle nada, está hecho a la medida.


El espacioso deck ofrece su olor a maderas preciosas todas las mañanas.  La bruma acompaña al viajero no importa donde esté ni de donde sea.


El laberinto de puertas que separa a la ilusión de la realidad de las duchas y los desechos.  Son también las puertas de Pandora, o del Averno, dependiendo de quién esté del otro lado.



El gimnasio improvisado me recuerda todos los días que por cada cerveza que me tomo, 10 abdominales pierden la vida.



Aquí es donde se cocinan sueños, ilusiones y tal vez uno que otro platillo con sentimientos de otra vida.  Se confunde el aroma a cada rato, se trastorna el sentido del gusto  y se condensa.



Ellas también viven la grande.  Tienen un espacio limpio, seguro, acondicionado, y sobre todo, dueño de sí mismo.



Hay para quienes aquí falta todo, y hay para quienes aquí nada es todo.

1 de septiembre de 2011

Nublados

Así amanece Afobaka este jueves.  Entre tendederos, árboles caídos de la tormenta de ayer, insectos mas humanos que yo mismo y una bruma nublando mi cerebro. 




El festín de anoche fue intenso, carnes, vinos, castañas y habladurías.  Más le vale temer al santo que odiar al necio, y es que cuando en una orquesta hay instrumentos fuera de sintonía el destino es cierto y básico, el de la resignación.


Por otro lado las labores que se me asignaron como ingeniero me las robé y las transformé en las de un ingeniebro pero siguen siendo perfectas razones para mantenerse entretenido y enfocado unas ocho horas al día.  Que valga la redundancia, pero joder que es cierto, el trabajo es algo tan odioso, que por eso le pagan a uno por hacerlo.  No me quejo.


Ya al blog le debo mucho, mis andanzas selváticas, un especial sobre mi habitáculo, mis musas saltarinas y uno que otro banquete.


Sigue el tiempo sin embargo cobrando recuerdos y pagando verdades.