30 de octubre de 2011

Los Fieles Amigos

La ausencia ha sido forzada, y el reencuentro muchas veces fallido, pero aquí estoy rehaciendo el presente, confabulando la historia y recordando el futuro.  

Esta manada de canes son nada mas y nada menos que los cancerberos del campamento donde me hospedo, cada uno con su personalidad distintiva.  En días pienso que han adoptado la forma de ser de los que aquí habitamos, porque sinceramente, están entre y un poco torpes y otro poco insanos. 

La más pequeña del grupo, Snowball (Bola de Nieve), adoptada desde recién nacida en el campamento, es el vivo ejemplo de esa edad a la que a veces quisier volver.  Ella vive en el mundo de la cero preocupación, incitada solamente por el juego y los buenos momentos.  Algo loca y algo fiel.


Scars (cicatrices) es la penúltima en la cadena de mando en esta manada.  Sus múltiples cicatrices en todo el cuerpo hablan de un pasado turbio, tal vez demasiado maternal, tal vez demasiado tonta.


Bones (Huesos) es el macho de la jauría, y deja a la imaginación por qué se le pueden contar las costillas de su cuerpo.  Además de haber sufrido un accidente (o tal vez no fue tan accidental) en el cual perdió la mitad de su cola, padece de algún tipo de desnutrición permantente o a lo mejor tiene un poco de mi propia genética.



La líder de la manada, la matrona, la salvaguarda de los oprimidos y la eternamente concentrada y fiel; Smiley (Risueña) tiene una sonrisa permanente dibujada en su rostro.  Algunos dirán que estoy loco (y tienen razón) pero ella suele reír de los chistes tontos tanto como de las bromas sanas.


Y así van estas criaturas pasando sus días, igual que los míos, entre conjeturas y nimiedades, entre prioridades y decepciones, entre música y risas, pero sobre todo, entre sueños y realidades.