6 de julio de 2011

De Visas Y Otras Vainas

Qué odisea tan bendita, llegar a Suriname.  El vuelo de normal no tuvo mucho, turbulencias en el avión y entre los vecinos, que peleaban en dialectos extraños el espacio confinado para sus maletas de mano; ahora me pregunto si el piloto, como el resto de los tripulantes, pelea con su mano derecha el copiloto. 

Otra vez Kim no llegó a tiempo, parece ser que no vamos a poder coincidir en este viaje, ella pierde, sin embargo un peronaje pintoresco, Danny, fue el deleite de toda su periferia.  Ingeniero de convicción, está encargado de una compañía de soluciones electrónicas para aeropuertos, aunque son su carisma y chistes surrealistas pareciera mas el personaje de una comedia japonesa.  Me confesó que 3 años lejos de su esposa, la cual vive en Canadá con sus dos hijos, lo hizo entender dos cosas muy importantes: la capacidad intrínseca de adaptación en el hombre, y el valor (también intrínseco) de la masturbación.  Menuda tarea.

Si los trinitenses juegan de panameños (osea de juega vivos) los surinameses tienen su propia liga.  A esa conclusión llegué al ser atendido en la "VISA OFFICE" por dos agentes que a juzgar por su facha, no eran mas que dos descendientes de los Reyes Magos; Melchorcito y Baltasarsito me informaron que todo el mes y medio de papeleos con el Ministerio de Migración fue en vano, mis papeles no estaban en su oficina y necesitaba llenar por cuarta vez, el "inmigration form", que por supuesto (gracias Murphy otra vez) está en holandés.  Así que luego de pagar los 360 dólares que cuesta la VISA y llenar a medias el maldito formulario, salí de la oficina de inmigración pasadas ya las doce de la media noche. 

Me recibieron el el hotel con lagañas y regañadientes, y no los culpo, imagino que mi cara a esa hora, como a cualquier otra, no es agradable a la vista; y me escoltaron hacia mi cuarto estilo retro, me tocó el 30. 

Lo que duró de la noche fue una delicia para mi espalda, y para el mosquito que se encariñó con mis canales sanguíneos.