10 de julio de 2011

Personalidades

Siendo ya hora de hacer un recuento de las experiencias, me atrevo a decir que 5 días de estadía surinamesa han sido suficientes para hacer ya de este viaje un completo éxito. 

Mini es la encargada de la cocina de lunes a jueves, su descendencia es javanesa-holandesa y con su dulce acento en inglés pronuncia las mas sofisticadas frases en español.  Sí, aquí es otra cosa, el 100% de la población habla perfectamente dos idiomas, y de ahi el 90% habla unos tres, cuatro, cinco y hasta seis idiomas.  Javanés, holandés, portugués, español, inglés, el dialecto oficial taki taki (que es una mezcla de otros idiomas); es extraordinario observar como Mini recita el menú todas las mañanas en toda esa gama de tonalidades, una políglota excepcional.  Y ni hablar de sus facetas culinarias.  A sus escasos 70 años, es capaz de retratar los mejores sabores del área en platos tan exóticos como hilarantes.  Es la autora del Gado Gado, que sigue siendo hasta ahora la mejor sorpresa que me ha dado esta mágica cocina.  Los vegetales verdes con un sabor realzado por una mezcla de coco molido y hierbas de la India son de un sabor indescriptible.



Orlando, el cocinero javanés encargado de las cocinas la mitad de la semana, es como sacado de un cuento de piratas.  Es un negro alto y ancho de unas 300 libras, que retumba el piso de madera cada vez que camina con su delantal topado de utensilios de cocina.  Es gay, lo cual de cierta forma agrada a los comensales tal vez por lo inofensivo del su tono de voz, y tambien es un excelente conocedor de las recetas javanesas.  Otra prueba más de que nadie sabe para quién trabaja.

Una de las grandes, mejores y más gratificantes sorpresas hasta ahora, es haberme encontrado con un grupo de practicantes de jiu jitsu.  Confieso que una de mis mayores decepciones a la hora de venir a este lugar, era el hecho de pensar en que no iba a poder entrenar durante mi larga estadía.  Así que con un bote bien rebuscado, fui a dar al extremo oeste de la ciudad, a un lugar dentro del Campus Universitario de Suriname, mejor conocido como el ADEKUS (Anton de Kom Universiteit van Suriname) llamado el Campus Cafe Adek, que resultó ser una estructura de madera que alberga algunos tatames para entrenar diversas artes marciales.  La experiencia fue excelente.  Estos chicos están liderizados por un entrenador holandés que los visita dos o tres veces al año desde el 2008, y les enseña técnicas que luego entre ellos practican todos los viernes a la misma hora.  Es honorable el ánimo y el respeto que tienen por el arte y por las ganas de aprender.  El grupo está formado por, como en todo Suriname, cuatro o cinco tipos de razas, así que aquí encontre desde un Colombiano, hasta un Japonés con raíces holandesas.  El tiempo que pasé aquí fue extremadamente agradable y más adelante haré un post especial tratando las experiencias con este grupo.


Aquí en el hotel ya soy conocido como el glotón (por los desayunos), el baby face (así me dicen de cariño para no decirme el pelaito desnutrido), el panameño (esta es fácil descifrar, supongo que somos diferentes), el ingeniero (y aún no conocen al ingeniebrio, pero pronto), y otros sobrenombres que no me atrevo a pronunciar por lo complicado de su escritura (quiero pensar que significan cosas buenas); y entre otros huéspedes y habitantes están: Achmed, el conserje, que siempre me incita a visitar los night clubs; Esther y Jorgas, ella ingeniera civil y él ingeniero mecánico, esposos trabajando para una compañía portuaria; Mik (o al menos asi se pronuncia), mi compañero de gimnasio todas las tardes, un holandés de unos 60 pero con ánimo y condiciones de 25; un trío de mexicanos que me miran de reojo todas las mañanas; uno que otro militar disfrazado de civil y visceversa; y el personal de servicio que es fenomenal, me tratan como un rey.

Hoy la mañana se viste de gris, y probablemente así será el resto del día, así que voy a aprovechar para leer un poco más de Isabel, y a ponerme en contacto con gentes de otras tierras.