12 de julio de 2011

Roberto

Les presento a Roberto:


También conocido como el safadinho, es el conserje con más años de servicio en el hotel.  Una de estas noches me acerqué a su reino (así lo llama él) que consiste en una mesa de escritorio labrada a mano en madera, unas cuantas hojas de papel, una pluma, y un teléfono que domina a la perfección.  Roberto es el tipo de personaje que todo escritor de biografías sueña con conocer, setenta años que no son perceptibles hasta que escuchas sus historias alocadas.  Hijo de una mujer y hombre javaneses (de Sumatra y Java respectrivamente), se encontró solo en el mundo desde muy joven, su madre murió en sus treintas y su padre sufrió el mismo destino; hijo único que tuvo que abrirse paso en el mundo pasando por obrero de la construcción, conductor de taxi, chulo, manipulador de agendas, conserje, entre muchas otras odiseas.  Roberto ya ha conocido bien lo que es el amor, su primera mujer, una de su propia raza, le enseñó según él el valor de la familia (con ella tuvo unos tres hijos) y de ahí pasó a conocer a la holandesa, la que le enseñó el valor del dinero; seguido pasó a la colombiana, la que le enseñó el valor de la belleza, por fin luego estuvo con una brazileña, una chica de 18 años que nació con un tumor en la cabeza y la cual, según el mismo cuenta, es la única mujer que realmente amó en su vida, la vió vivir y fallecer, como un verdadero enamorado suele hacer; ya luego de ella decidió que sólo se iba a dedicar a las aventuras, porque así siente que le guarda un respeto a todos sus amores (toma esa tragedia!!!... Shakespeare!!!).  Hablar con Roberto es como hablar con cualquier político en Panamá, algunas veces te habla en portugués, otras en javanes, otras en inglés, otras en holandés y algunas en un idioma que sólo él conoce: un verdadero políglota, con él que hay que estar muy ojo a leer entre las líneas.  Su candidez es auténtica, y ya me invitó a pasar un fin de semana en una playa al sur del país (y que conste, que el que haya visto un mapa de Suriname, sabrá que ir hacia el Sur fácilmente nos podría llevar a Rio de Janeiro, o quien quita a La Pedrera en Uruguay) la cual muero por conocer más por reto que por curiosidad.  Me contó tambien las historias de los huéspedes del hotel, a los cuales ahora veo, a algunos con temor, otros con curiosidad, otros con picardía; pero es que es tan bueno en su trabajo, que conoce todos los detalles de sus inquilinos. 

Y así pasa Roberto sus horas, entre llamadas telefónicas y visitas de los huéspedes, que para todos tiene una historia y especialmente una sonrisa.